Después de ir a conocer el Jardín Japonés, nos fuimos para Casa Cavia, a escasos metros, para visitarlo por primera vez también.
Nos encanto la fachada exterior y al ingresar, en cada rincón es lindo. En el medio de la pandemia, ese patio nos da seguridad y también un lindo contexto para comer una carta que prometía ser recordada.
Apenas nos sentamos nos trajeron unas cebollitas moradas condimentadas y unos pancitos que estaban exquisitos. Para tomar yo me pedí un trago a base de durazno con un poquito de gas que estaba realmente refrescante para el calor que manejábamos y Flor una limonada.
Para comer pedimos todo para compartir: una entrada, un plato y un postre.
La entrada que elegimos fue el queso a la plancha, con chutney de tomates, cebollas caramelizadas y hierbas frescas, una vuelta de tuerca a la provoleta con rúcula y tomate que realmente estaba en su punto justo: exquisita.
Como plato principal una ensalada de salmón, cous cous y hojas verdes entre otras cosas como choclos, tomates, etc que estaba muy bien condimentada. Claramente triunfó la opción de Flor en el plato principal pero lo disfruté.
De postre pedimos una crema con frutos rojos que fue lo mejor del almuerzo por escandalo. Para repetir y repetir mil veces. La crema en el punto justo, la fruta de calidad y fresca con un poquito de garrapiñada que le daba el toque.
Para finalizar, un cappuccino para Flor y un doppio para mi, servidos en tazas Acme de color negra (que lindas son) y realizados en una maquina La Marzocco que queda divina en el salón principal.
Excelente almuerzo que nos dejo livianos para seguir caminando un poco más. Antes de irnos pasamos a conocer la sala de los libros. Es un lugar increíble para leer, por su tranquilidad, su vista y su ambientación que se ve a la perfección en las fotos que sacamos.
Gran lugar para ir a conocer Casa Cavia, no lo dejen en la lista de pendientes por mucho tiempo ya que su menú cambia bastante y es lindo ir probándolo a medida de que cambian las estaciones.
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