El cuarto día era domingo, y el domingo es día de mercado. Nos levantamos un poco más tarde de lo que veníamos haciendo y caminamos un par de cuadras para visitar el mercado de la zona donde estábamos hospedados. El mercado era el Marche de Grenelle y no es turístico, sino que es de productos y apuntado a los locales.
Estaba ubicado debajo de las vías de un tren y cuenta con frutas, verduras, carnes, pescados, panadería, etc. Super completo y todo muy fresco. Compramos algunas cositas para disfrutar en los últimos dos días.
Flor me bancó con mi idea de ir a conocer Café Spoun, un café de especialidad bastante alejado de donde estábamos, pero allí fuimos. El café resultó exquisito, la panadería también y existe la opción de pedir el famoso art latte tridimensional.
Caminamos hasta la Rue Montergueil, una callecita muy linda llena de bolichitos para comer y elegimos Café du centre para almorzar. Rica comida, porciones individuales.
Caminamos y paseamos por esa zona y llegando a la tarde nos tomamos el metro para ir a Montmartre. En el viaje, vivimos uno de los peores momentos del viaje…esos que te recuerdan que hay que con cuidado. Vimos dos robos estilo pick pocket y corridas por todos lados.
Visitamos el Moulin Rouge y sacamos las fotos pertinentes, merendamos en el Café de la película Amelie, que traducido al castellano es el café de los dos molinos. Ahí pedimos un café (nada del otro mundo) y una creme brulé que estaba exquisita.
De ahí hicimos la caminata en subida hasta Sacré-Coeur. Ese camino es realmente hermoso, pero la basílica Sagrado Corazón y sus vistas hacia la ciudad tampoco se quedan atrás. Simplemente espectacular. El viejo barrio de los artistas es espectacular.
Por la noche comimos en St-Germain des Pres, muy cerca de Lip, pero en el café Mabilion. Entradita, un croque Monsieur y creme brule para ver un partidazo entre el PSG y Olimpyque de Marsella.
Así, terminábamos nuestro anteúltimo día en Paris, nuestro último domingo y por ende, nuestro último domingo día de mercado.
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