Siempre comiendo tapas, asi llegamos al cuarto día

por Sep 23, 2020Destacados, España, Europa, Viajes0 Comentarios

Nos cuidamos todo el día, porque Barcelona es la ciudad donde uno puede estar siempre comiendo tapas. Desayunamos en el Reloj y nos tomamos el subte a Montjuic. Bajamos en la base y comenzamos a subir. Son muchas escaleras, pero hay mecánicas también.

Al llegar arriba de todo, ingresamos al museo. Aprovechamos que era el primer domingo del mes, y no pagamos nada (los museos son gratis esos días). No somos muy fanáticos de los museos, así que lo hicimos bastante rápido.

De ahí, caminamos un poco más y visitamos el estadio de los Juegos Olímpicos. Esta bastante deteriorado (o así estaba).

Desde la puerta del estadio, tomamos un colectivo (idea de Flor…) en el que viajamos como si estuviéramos yendo al centro a las 8 am un día de semana. La idea era subir hasta el castillo, donde la entrada también era gratuita. Lo recorrimos, aprovechamos sus vistas y conocimos su historia. Fue de lo mejorcito de la visita, pero tampoco se esperen una cosa increíble.

Al salir del castillo, cruzamos la ciudad para ir a visitar el Park Guell. Entramos por atrás, así que tuvimos que subir 500 escalones (esta vez sin mecánica). Algo que no recomendamos para gente que tenga dificultades. Una vez ingresados al parque, fue todo en bajada hasta llegar a las terrazas famosas, donde están los azulejos. No pudimos ingresar porque no habíamos hecho reserva previa y estaba con muchísima gente.

Aprovechamos para almorzar por la zona, una ensalada (¡para poder decir que no siempre estamos comiendo tapas!) en el patio de un restaurant que tardó aproximadamente cuarenta minutos. Una vez terminado, nos fuimos a caminar un poco por Paseo de Gracia, pero estaban absolutamente todas las tiendas cerradas. Los domingos solo abren los negocios que venden anteojos.

Hicimos algo de tiempo, y como habíamos comido liviano, merendamos fuerte en Farggi (el de la esquina del Corte inglés) frente a Plaza Catalunya.

Nos fuimos un rato al hostel, acomodamos un poco las cosas y nos fuimos para Orio en el Gótico de Barcelona a comer unas tapas al paso. Muy ricas, recomendable, servicio rápido. Como estábamos cerca de Plaza Real, le pedí a Flor que me acompañara a cerrar la noche. La plaza tiene mucha vida, esta toda cubierta por edificios y tienen muchos restos. Tomé una birra en una mesita, mirando a la gente jugar en la plaza.

Así terminaba nuestro cuarto día en Barcelona, siempre comiendo tapas.

Las imágenes del día
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