Después de haber vivido otro día intenso, nos despertamos temprano y desayunamos al paso un chocolat pistache increíble con un café para salir a vivir el tercer día que iba a tener como atracción principal un paseo por el río Sena.
A las 10 am nos encontramos justo en la fuente de la Place Saint Michel para hacer el recorrido gratuito de Sandemans, algo que hacemos habitualmente en cada ciudad que recorremos. Si no conoces Sandemans, acá te explicamos un poco.
El paseo salía de ahí y pasaba por Notre Dame, Louvre, Jardines de las Tullerias, entre otros. Por suerte con mucho detalle, una buena recorrida, gracias a que la guía resultó ser mucho mejor que la de Barcelona.
Al salir del recorrido, tomamos el metro para alejarnos un poco y dirigirnos a comer a La Felicitá, que es un patio de comidas y market re contra gourmet que esta impresionante. No vamos a ahondar en detalles porque te lo contamos casi todo en este post pero también te dejamos la web oficial por si querés chusmearla (está muy buena).
Comimos de más, estábamos llenísimos. Yo tenia ganas de dormir una siesta y aproveché nuestra visita a los jardines de Luxemburgo para tirarme en una de esas reposeras inclinadas para dormitar 15-20 minutos con un solcito hermoso pegándome en la cara mientras algunos nenes y grandes jugaban con barquitos en la fuente.
Pasamos por el panteón pero como veníamos muy desfazados con los gastos no ingresamos a visitarlo. Solo lo conocimos por fuera. De ahí fuimos a una pequeña plaza llamada Place de la Contraescarpe, que es una pequeña rotonda en un cruce de varias calles llena de cafecitos y barcitos.
Al salir de la pequeña siesta, fuimos a Places Des Vosges. Para mí, una de las plazas más linda de París. Rodeada de edificios de color ladrillo, con fuente en el medio y llena de cafecitos y locales bajo esos edificios. En uno de ellos, vivió Víctor Hugo.
Ya redondeando la tarde, tomamos el metro para ir justo a la zona de la Torre Eiffel para tomar el barco por el rio Sena. La idea, tal como nos habían recomendado, era hacer un paseo por el rio Sena y tomarlo de día casi al atardecer para que la vuelta sea de noche y así poder tener las dos vistas del rio y la ciudad.
Por eso es clave tomar el barco que sale debajo de la Torre. Para volver con el monumento como vista final. El paseo dura una aproximadamente y es espectacular. Más allá del frío, fuimos en cubierta y la vuelta con la torre iluminada es de película. Te contamos un poco más en este post.
La cena, tras el paseo por el rio Sena, iba a ser en invitación de mi suegro desde Buenos Aires. Quería que fuéramos a comer donde él había comido con su mama varias décadas antes. El lugar se llamaba y se llama Brasserie Lip. Es lo que sería en nuestro país un típico bodegon de la capital. El lugar estaba llenísimo y las mesas están re contra apretadas. El menú esta solo en francés, y al tener vocabulario tan especifico, ni Flor lo entendía. Así que le pedimos lo que pudimos y comimos. No nos mató, pero nos encantó haber cumplido con el pedido de Marcos.
Volvimos caminando para nuestra casa y a descansar para un próximo día lleno de actividades.
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